En los proyectos de construcción el proceso de planificación por lo general lo realizan profesionales no familiarizados con las condiciones y forma de ejecución del trabajo en terreno, lo que genera que las órdenes tienen intrínsecamente poca fiabilidad para su ejecución. Lo que conlleva a la dificultad para cumplir los plazos establecidos debido a una deficiente planificación de las obras desde un principio. Como consecuencia de la improvisación, se genera un bajo rendimiento de las cuadrillas y lo que es peor se obtiene una pobre calidad de las obras.
La definición de Actividades de un Proyecto es un proceso que incluye, la comprensión de los Alcances, la descomposición de cada Proceso de la “EDT” con enfoque en la eficiencia del sistema, identificando oportunidades de integración y, la inclusión de la información histórica de otros Proyectos similares al que se está encarando. En éste punto también es necesario tener en cuenta los requisitos y riesgos principales que tenga el Proyecto.
Un proceso es una de las partes o fases naturales y sucesivas de las que se compone un proyecto o un conjunto de ellos. Es un conjunto de procedimientos sucesivos que conforman una actividad u operación determinada, identificable y mesurable; con responsables y recursos específicos. Un proceso abarca más que una actividad ya que, en este se incluyen los flujos de trabajo complementarios, es decir, los transportes de materiales, esperas y los trabajos rehechos (re-trabajos). Se trata de un modelo de conversión en el cual se toman en cuenta las actividades intermedias que no agregan valor al producto final pero que son necesarios para que los procesos puedan ser llevados a cabo.
Para conceptuar mejor los procesos, éstos deben entenderse como un flujo de actividades, operaciones productivas, información y materiales, como se aprecia en el modelo de producción como flujo. De esta manera podemos diferenciar las actividades que agregan valor de las que no agregan valor. Los conceptos de transformación y de flujos son complementarios.
Las actividades en la construcción están compuestas por tres tipos de trabajo: trabajo productivo, trabajo contributivo y trabajo no contributivo. El trabajo productivo es aquel que da como resultado, en sí, una unidad de producción; por ejemplo, en la actividad de albañilería, el trabajo productivo es la albañilería en sí. El trabajo contributivo es todo trabajo de apoyo, que permite que el trabajo productivo se realice en su totalidad: transportes, limpieza, instrucciones, mediciones, entre otros. Por lo tanto, en el ejemplo de la albañilería, el trabajo contributivo sería el transporte de la mezcla de arena y cemento y del agua al lugar donde se realiza la albañilería, la limpieza del lugar, las instrucciones que se le dieron a la cuadrilla, las mediciones del avance del trabajo, entre otros. El trabajo no contributivo es aquel que no está incluido en las categorías anteriores, como necesidades fisiológicas de los obreros, tiempo ocioso, esperas, re-trabajos, descanso, entre otros.
En conclusión, es de suma importancia incrementar el trabajo productivo, disminuir el trabajo contributivo y eliminar el trabajo no contributivo para así minimizar las pérdidas. Esto se puede lograr con una adecuada planificación, eficiente y que tome en cuenta los flujos de trabajo.